lunes, 13 de julio de 2020

La matriz secreta del I Ching


El I Ching, como nos decía Richard Wilhelm, traductor y principal divulgador del Libro de las Mutaciones en Occidente: "ocupa una posición única entre los grandes libros del mundo; no solo por ser uno de los más antiguos, sino porque representa una concepción del mundo que difiere ampliamente de todos los otros sistemas de pensamiento de Oriente o de cualquier otra parte del mundo"
"La razón es que no se basa ni en una doctrina religiosa, ni una revelación divina, ni en leyes ni folklore, sino en la observación de la naturaleza y la vida humana, de la interacción de las leyes universales y la conducta individual, de la libre voluntad y el destino. 
Como libro sapiencial es fuente de una irreversible sabiduría de la vida que consiste fundamentalmente en lograr la armonía del individuo con el cambiante fluir de las corrientes universales; en adaptarse (activa o pasivamente según el momento) a los cambios, a las mutaciones del acontecer. 
Como libro oracular provee de un instrumento para hallar esta armonía: una brújula infalible para una orientación correcta. Entre ambos aspectos, no hay en el I Ching, escisión alguna".
En sus orígenes, el I Ching fue un libro sin palabras. 
Una sucesión finita de símbolos con infinitos significados y combinaciones, lo cual supone que, al acercarse a él, puedan ser múltiples e omniabarcantes, pero en última instancia, siempre son una guia sobre como trascender la trama evidente del mundo y penetrar en las desconocidas leyes que rigen su funcionamiento.
Nunca la respuesta que nos da el I Ching a las cuestiones que le formulamos es baladí y conociendo el flujo dominante del continuum espacio-tiempo, nos da la libertad de hacer surf a favor o en contra del mismo para labrar por nosotros mismos nuestro futuro entre los infinitos posibles.
No hay pues determinismo alguno en el I Ching, sino una guía que, como un GPS nos indica como llegar al punto deseado de la forma más eficiente posible pero siempre preservando nuestra libertad para elegir las rutas alternativas.
Pero, la gran pregunta es:
¿cómo puede ser posible que un método tan aleatorio en su obtención de una respuesta como el I Ching funcione con tanta certeza?.
Para aproximarnos a perfilar una respuesta a dicha pregunta, inevitablemente tenemos que confrontar dos grandes formas de concebir como funcionan las cosas: el Pensamiento Causal frente al Pensamiento Sincrónico o Coordinativo.
Mediante el Modelo de Pensamiento Causal, podemos establecer un cálculo probabilístico y lógico de los efectos de nuestras acciones, dado que el resultado se rige siempre por la ley de la probabilidad y por extensión de la causa-efecto.
Esta visión nos lleva a considerar el funcionamiento del Universo como un bloque compacto" en el cual todo lo que tiene y tendrá lugar sigue un modelo lineal causal.
Es decir, que si hacemos o decimos algo a alguien, podremos rastrear estadística y lógicamente, una serie de consecuencias inevitables y probables de esa acción y de sus efectos o resultados, de tal modo que la visión del Universo que de este paradigma se deriva es como la de un reloj en el cual puedes prever con total certeza las horas que están por venir.
Como alternativa (simepre complementaria y no excluyenye), se encuentra el modelo de Pensamiento Sincrónico o Coordinativo, enunciado por Carl Gustav Jung.
El Pensamiento Sincrónico entiende que todos los acontecimientos, situaciones y cambios suceden simultáneamente y que, por tanto, cada uno de nosotros estamos conectados indisolublemente con el universo en todos los aspectos. 
De este modo, si conseguimos hacernos conscientes de esta conexión, podremos prever lo que va a pasar y conocer el camino correcto de los infinitos futuros que existen simultáneamente.
Y es precisamente este modelo de pensamiento, el que subyace en la esencia del sistema sapiencial y oracular del I Ching.
Con el pensamiento coordinativo, los conceptos no se subsumen unos detrás de los otros, sino que se disponen los unos junto a los otros.
Así se conforma una estructura en la que los sucesos no se influyen entre sí por actos mecánicos, sino por una relación que hace que las cosas se comporten de cierta manera porque la posición que ocupan en un universo en permanente transformación, las situa de una forma determinada y no de otra ya que si así fuera,  se convertirían en una otra cosa.
De esta manera la naturaleza de un suceso depende esencialmente, de su posición en la estructura, y si cada cual sigue su tendencia natural, cada terminará armonizando con todas las demás por razón de su mutua resonancia e interdependencia.
De ello se desprende que toda interferencia en el orden del Tao acaba por poner en peligro la armonía del Universo.
Leemos en el Tao Te King (1,29):
 "Quien intenta dar forma al mundo y modelar a su capricho, difícilmente lo conseguirá porque el mundo es un Vaso Espiritual que no se puede manipular. Quien hace una cosa o la otra lo daña. Quien lo retiene, lo pierde " 
Esta visión del mundo, que aparece formulada en el I Ching, nos lleva sirectamente  a reinterpretar la ley de causa y efecto y su implicación fundamental, la creencia en una subordinación secuencial preexistence entre hechos y sus consecuencias, que no es otra cosa que una manera imperfecta de relacionar las diferentes etapas de un evento a efectos puramente de una más adecuada descripción del mismo.
Unida al concepto del pensamiento coordinativo, debemos considerar el concepto de las coincidencias significativas, término acuñado por Jung.
Esta concepción parte del supuesto de que existe siempre una cierta correspondencia (que no identidad) entre las leyes y los fenómenos de los diferentes estados de la existencia, definiendo una correspondencia clara entre el microcosmos y el macrocosmos. 
Todo lo que es el Universo emanó de la misma fuente y sigue, por tanto, unas mismas leyes, principios y características, no siendo las diferencias que se observan entre las infinitas manifestaciones del poder creador del Todo, más que diferentes grados en la escala evolutiva hacia el Origen.
Así, para conocer la circulación de la vida universal, basta fijarse en la vida del ser humano.
El I Ching responde a nuestras cuestiones de una manera que si no tuviéramos en cuenta el principio de las coincidencias significativas podría parecer un milagro, pero no lo es. Al contrario: solo es Física.
Sin embargo, la sorprendente adecuación de los símbolos, los signos y los comentarios a nuestra situación concreta no es sino una constatación de la existencia de una ley universal, omnipresente y misteriosa que escapa a nuestra comprensión pero que funciona de manera totalmente necesaria e inevitable y cuya esencia es el Cambio.

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